lunes, 10 de marzo de 2014

NEGOCIACIÓN INTERNACIONAL Y COMUNICACIÓN INTERCULTURAL


La globalización de la economía mundial ha originado la necesidad de trabajar con personas de diferentes países y culturas.  Por lo tanto, a la hora de hacer negocios, ya sea para vender, negociar, trabajar en equipos multiculturales, una buena capacidad de comunicación intercultural es un aspecto cada vez más importante.  Para lograr una comunicación intercultural efectiva es necesario conocer otras culturas.

Para ello hay que partir del conocimiento de nuestra propia cultura: los sistemas de valores, la manera de negociar. Viendo lo que nos diferencia de otras culturas se llega a un mejor conocimiento del resto del mundo.

Asunción-Lande (Asunción-Lande, 1988) define la comunicación intercultural como el proceso de interacción simbólica que incluye a individuos y grupos que poseen diferencias culturales reconocidas en las percepciones y formas de conducta, de tal forma que esas variaciones influirán significativamente en la forma y el resultado del encuentro.

La comunicación intercultural puede ayudar a crear una atmosfera que promueva la cooperación y el entendimiento entre las diferentes culturas, y posee características especiales que le pueden permitir realizar tal función. Estas características son:

Ø  Sensibilidad a las diferencias culturales y una apreciación de la singularidad cultural.
Ø  Tolerancia para las conductas de comunicación ambiguas; deseo de aceptar lo inesperado.
Ø  Flexibilidad para cambiar o adoptar alternativas.
Ø  Expectativas reducidas respecto a una comunicación efectiva.

Rodrigo Alsina (2000) indica que para una eficaz comunicación intercultural es necesaria una nueva competencia comunicativa y un cierto conocimiento de la otra cultura.

PAUTAS PARA MEJORAR LA HABILIDAD EN LA COMUNICACIÓN INTERCULTURAL
Actualmente es imposible en la práctica confinar la relación de comunicación al campo del grupo social, cultural, racial o étnico al que pertenece el individuo. En el trabajo, el juego, el mercado, en las instituciones educativas o en cualquiera de los diferentes lugares públicos donde la gente se congrega tiene uno la certeza de entrar en contacto con personas que poseen distintos antecedentes. Las personas viajan hoy con más frecuencia y van a lugares cada vez más lejanos, lo cual las pone en contacto con una amplia variedad de culturas.

Al relacionarse con personas de culturas diferentes, sus habilidades para comunicarse se ven sometidas a dura prueba. La habilidad que tengan para comunicarse en contextos poco familiares o con extraños puede significar la diferencia  entre prolongar la estancia y disfrutar sus encuentros interpersonales, o que éstos signifiquen una ansiedad continúa.
A continuación se presentaran  pautas para mejorar las habilidades en las situaciones interculturales.

El primer requisito para llegar a ser hábil, interculturalmente hablando, es conocer la cultura propia. Cuando alguien está consciente de sus bases culturales, éstas dejan de ser un obstáculo para la comunicación eficaz. La mayoría de las personas se identifican con ciertas culturas particulares, pero una gran parte de ellas no está consciente de los preceptos culturales que rigen su conducta. La mayoría supone que su forma particular de vida es la correcta, pero cuando se encuentran con personas que también poseen su forma propia de interpretar la realidad y el mundo, se molestan o se enojan.

El hecho de ser conscientes de su propia cultura permite a las personas tener sensibilidad hacia otras identidades culturales, que no necesariamente deben estar de acuerdo con la realidad subjetiva propia. Esta conciencia puede conducir a los participantes a trabajar mutuamente hacia la resolución de las diferencias que crean barreras a la comunicación efectiva entre ellos.

Otro requisito para lograr una destreza intercultural consiste en evitar las generalizaciones acerca de otras culturas, a menos que éstas le sean completamente familiares. En los encuentros interculturales es casi imposible evitar estereotipar. El estereotipo es una forma de generalización que implica establecer el nombre de un grupo o grupos de personas y emitir declaraciones acerca de ellos (Brislin, 1981). Debido a que los estereotipos son categorías de elementos individuales, enmascaran las diferencias entre estos elementos; y ya que la comunicación intercultural se centra en las diferencias, es necesario ver más allá de las generalizaciones superficiales y advertir las diferencias que existen entre las culturas, así como sus complejidades.

Otro requisito importante es la aceptación del principio de la relatividad cultural. De acuerdo con este principio, cada cultura es única, y sus premisas son tan válidas como las de cualquier otra. Un relativista cultural evita ser atrapado en la creencia de que exista alguna superioridad étnica por parte de algún grupo. El etnocentrismo es la creencia de que alguna cultura es superior a otra. Mostrarse orgulloso de la cultura propia es un atributo positivo, pero también debe haber un reconocimiento y respeto por otras culturas.

Un requisito más para llegar a lograr una destreza intercultural consiste en adoptar una actitud abierta hacia el cambio. Se va por la vida esperando cambios en las actitudes, en las relaciones o en el medio ambiente, pero cuando de pronto nos enfrentamos con alteraciones a los hábitos establecidos o al medio ambiente familiar, se suele experimentar confusión, incomodidad, frustración o incluso hostilidad. Este fenómeno de confusión o incomodidad que se experimenta al verse expuesto a un cambio repentino se ha denominado "shock cultural".




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